lunes, 18 de febrero de 2013

Rosalind Franklin

ROSALIND FRANKLIN

Nació el 25 de julio de 1920 en Kensigton, Londres. Fue una biofísica y cristalógrafa autora de importantes contribuciones a la comprensión de las estructuras del ADN, los virus, el carbón y el grafito. Más tarde, lideró varios trabajos relacionados con el virus del mosaico de tabaco, que infecta plantas, sobre todo al tabaco y produce manchas caraterísticas en las hojas y el poliovirus, que infecta a las células humanas.







FORMACIÓN
Se graduó en la universidad de Cambridge en 1941, oponiéndose a su padre. Hizo estudios fundamentales del carbón y el grafito, lo que fue la base de su doctorado en química física. Después de su etapa en Cambridge, pasó tres años en París (1947-1950) donde estudió la aplicación de técnicas de difracción de rayos X a sustancias amorfas. Además, fue ella la que proporcionó los datos experimentales en los que se basó el modelo de la estructura molecular del ADN propuesto por Watson y Crick.




INVESTIGACIÓN
En 1951, trabajó de investigadora en Inglaterra, donde mantuvo una compleja relación con Maurice Wilkins, quien había mostrado sin su permiso sus imágenes de difracción de rayos X del ADN a James Watson y Francis Crick. Más tarde, éstos publicaron la estructura del ADN.
En febrero de 1953, Rosalind escribió en sus notas de trabajo "la estructura del ADN tiene dos cadenas". Para ese entonces, ella también sabía que la molécula de ADN tiene sus grupos fosfato hacia afuera y que existe en dos formas.

Rosalind Franklin murió prematuramente de cáncer de ovario en 1958, en Londres. Esta enfermedad fue causada por las repetidas exposiciones a la radiación durante sus investigaciones.
 
Las condiciones que tuvo que soportar en Cambridge por ser mujer, y algunas palabras despectivas de James Watson, hacen aparecer como una ofensa la concesión del Premio Nobel de Fisiología o Medicina solo a Watson, Crick y Wilkins en 1962, cuando en realidad ya se había producido su fallecimiento. Sus compañeros expresaron repetidas veces su respeto personal e intelectual por ella. En cualquier caso, Rosalind Franklin merece el lugar que ha llegado a ocupar como icono del avance de las mujeres en la ciencia.



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